¿Cómo romper una mala racha de suerte?

«Cuanto más entrenomás suerte tengo» 
Gary Player

En agosto de 2012 durante un partido de la Liga de Campeones de Centroamérica entre el Toronto FC estadounidense y el Santos Laguna mexicano un gato negro ingresó velozmente al campo y pasó detrás del portero del Toronto a falta de 7 minutos para que finalizara el encuentro. El marcador era de 1-1, minutos después su rival rompió la igualdad del marcador y terminó ganando 3 a 1. ¿Mala suerte?

Cuando se obtienen una serie de buenos resultados de manera consecutiva la mayoría de personas caen en el hecho de que están realizando las cosas de la forma correcta y, por ello, obtienen lo que buscan y merecen. Pero, ¿qué ocurre cuando pasamos por una racha de malos resultados? Se pueden atribuir a que no estamos haciendo bien nuestro trabajo o a que la suerte nos ha abandonado.

Pero, ¿qué es la suerte? Pues la suerte podría definirse como una serie de circunstancias  que están fuera de nuestro control. Si admitimos que nuestros resultados negativos son fruto de la mala suerte poco vamos a poder hacer para solucionarlo.

Imaginad que vuestros jugadores sufren lesiones, no logran recuperar ningún balón dividido o rechace, aparecen una serie de goles en propia puerta y todos los remates acaban fuera o en el palo. Inconscientemente pensaremos que esas circunstancias se deben a la mala suerte, que con un poco más de fortuna la balanza se hubiese decantado a nuestro favor. Pero debemos reflexionar y hacernos una pregunta: ¿a qué atribuimos estas consecuencias? Puede ser que nuestros jugadores se lesionen porque no se han medido correctamente las cargas de entrenamiento. Puede ser que no hayamos motivado correctamente a los jugadores para que mantengan un nivel adecuado de concentración que les permita anticiparse y recuperar balones. Puede ser que no hayamos trabajado correctamente la colocación de la defensa. Y, puede ser que nuestros jugadores no confíen en ellos mismo y se muestren inseguros a la hora de definir.

Si pensamos que los resultados negativos no son consecuencia de nuestros actos vamos a seguir actuando de la misma manera y, lo más probable, es que consigamos los mismos resultados. Si, por el contrario, admitimos nuestro papel y atribuimos los malos resultados a decisiones que hemos tomado daremos el primer paso para encontrar la solución y habremos pasado de la repetición a la evolución.

Determinar por qué ocurren las cosas es fundamental y, la Teoría de la Atribución (Weiner) explica cómo las personas interpretan las causas de las conductas y las consecuencias que tienen. Según esta teoría existen tres dimensiones que explican cómo se realizan las atribuciones:

  1. La localización de la causa, que puede ser interna o externa. La localización interna achaca las causas de los acontecimientos a nuestras propias actuaciones. Por ejemplo, me he esforzado poco en el partido y lo hemos perdido. Por el contrario, la localización externa atribuye las causas de los acontecimientos a las actuaciones de los demás. Por ejemplo, no hemos ganado el partido porque el árbitro nos perjudicó. Frecuentemente tendemos a atribuir los éxitos de otros y nuestros propios fallos a factores externos y nuestros propios éxitos y los fallos de los demás a factores internos.
  2. La estabilidad de los factores, que pueden ser estables o inestables. Los factores estables no pueden ser cambiados por el jugador ya que no dependen de él. Por ejemplo, perdemos porque somos muy malos y por mucho que entrenemos lo seguiremos siendo. Éste tipo de atribución es la que hace que los jugadores piensen que por mucho que se esfuercen no conseguirán buenos resultados porque no tienen la habilidad necesaria para ello. En cambio, los factores inestables sí que se pueden cambiar. Por ejemplo el día del partido estaba muy cansado y es la causa de que no me esforzara. Estar cansado es un factor inestable ya que no siempre aparece y puede modificarse.
  3. La capacidad de control, que puede ser controlable o incontrolable. Son controlables cuando el jugador tiene la capacidad de modificarlos. Por ejemplo, si considera que el partido lo perdió porque no utilizó las botas adecuadas, es un factor que puede controlar y cambiar. Son Incontrolables cuando son causas que el jugador considera que no puede controlar, ha perdido el partido porque justo en ese momento le entró fiebre muy alta y eso le impidió jugar correctamente. La capacidad de control hace que las personas se valoren positivamente y crean ser capaces de dominar los sucesos.

La suerte solo tiene un papel fundamental en los juegos de azar. Cuando encadenemos una serie de malos resultados hagamos un poco de autocrítica, veamos en qué hemos fallado e intentemos no cometer los mismos errores en el futuro. Tampoco hay que echar por tierra nuestro trabajo y suponer que nuestros logros se han debido a un golpe de suerte. Lo más seguro es que sean fruto de la dedicación, la constancia, el esfuerzo y a saber aprovechar nuestras oportunidades.

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