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La información: del entrenador al jugador

Con el paso del tiempo, el análisis del juego tiene más influencia en nuestra semana de trabajo, ya sea el análisis del equipo propio o el análisis del rival. Esa información que el entrenador obtiene, tiene que trasladársela al jugador de una forma u otra. Una información que no se divulga a quienes han de ejecutar las acciones es información desperdiciada por muy valiosa que sea.

La clave fundamental para que la información llegue de forma correcta al jugador es el momento y el cómo se transmite esa información, de forma que pueda aumentar su rendimiento durante el entrenamiento y en los partidos. 

Previo a definir nuestra estrategia de comunicación con el jugador, es importante conocer los siguientes tres puntos:

  • Un jugador aprende en función de lo que quiera a su entrenador. Los valores afectivos son importantísimos en el aprendizaje, por eso hemos de reforzarlo. Y más aún en edades tempranas. Un jugador que no tiene ningún vínculo afectivo con el entrenador jamás aprenderá.
  • Una persona optimista rinde más que una persona pesimista. Una persona que maneja pensamiento positivo aumenta su rendimiento casi en un 50% sobre el que no lo es. Además el optimismo se contagia al resto de compañeros. Por desgracia, el pesimismo también y en mayor proporción que el optimismo, así que mejor dejar de lado ese aspecto.
  • Una emoción negativa tiene una duración media de 112 minutos. Una positiva de 42. Será fundamental valorar al jugador y cómo le afectan las palabras que le transmitamos. Un estado anímico negativo le hará que ese jugador no rinda durante el entrenamiento o el partido.

Con estas claves, se plantea la siguiente estrategia de comunicación a los jugadores para transmitir la información del análisis del equipo propio.

Permite flexibilidad permita a lo largo del tiempo a la hora de mostrársela al jugador. El análisis colectivo, hay entrenadores que prefieren ponerlo a principios de la semana y otros al final de la misma. Unos buscan reforzar el trabajo de la semana desde el principio y otros buscan reforzar el trabajo que se ha realizado, de cara al próximo partido.

Los dos modelos refuerzan la actitud del jugador: el primero de cara al trabajo de la semana; el segundo de cara al partido.

Es importante focalizar solo elementos colectivos, y nunca señalar sobre todo de forma negativa a ningún jugador que intervenga, ya que puede provocar una reacción del jugador en el grupo que lleve a enfrentamientos con el entrenador. Esa información negativa es mejor traspasarla al análisis individual.

Por su parte, el análisis individual es más delicado. Si el análisis es positivo de cara al jugador, podremos mostrárselo previo a cualquier entrenamiento. Aumentará sus valores de positivismo y sus emociones positivas, aumentando el rendimiento.

Si por el contrario dicho análisis es negativo, es mejor mostrarlo tras el entrenamiento. Puede generar sobre el jugador emociones negativas y su influencia sobre el rendimiento puede ser nefasta. Mejor que se vaya con esa emoción negativa y venga al día siguiente con nuevas ideas y pensamientos.

Para transmitir la información, podremos emplear un lenguaje:

  • Asertivo. Respetas las opiniones del jugador, aunque el entrenador intenta mediante el diálogo imponer las suyas. Será interesante aplicarlo con jugadores que reconozcan sus errores y que tenga capacidad para razonar.
  • Inhibido. Denota falta de confianza en el entrenador, por lo que no es recomendable mostrar esta actitud al jugador.
  • Agresivo. Pretende imponer al jugador los objetivos o razonamientos que se desean sin dejar participar al jugador. A pesar de que no es un estilo que se deba utilizar con frecuencia por el desgaste que ocasiona en el jugador, ante situaciones de rechazo continuo por parte del este (respuestas repetitivas con “Es que…”) se pueden aplicar.